Referencia a los conceptos, corrientes, momentos, elementos, tipos y tendencias revisadas hasta este momento en el curso

             El maestro quiere enseñar bien y el alumno quiere aprender lo que le enseña el maestro. Pero eso no sería más que un acto de buena voluntad por nuestra parte y también una muestra de ingenuidad.

Porque si hiciésemos una encuesta a pie de aula –a los padres, a los alumnos- sobre cómo se aprenden las Ciencias Sociales, la inmensa mayoría nos respondería: “estudiando, memorizando”, “solo deben aprenderse batallas, fechas, reyes, ríos. Y si les sugiriésemos que los profesores tenemos en nuestras manos la posibilidad de formar a personas estratégicas, ciudadanos con pensamiento crítico y reflexivo, la mayoría se reiría.

La respuesta a estas preguntas está en la imperiosa necesidad de que los docentes aprendan a enseñar y que esa enseñanza conlleve de forma intrínseca al aprendizaje de sus alumnos.

Para ello es necesario formarse, fundamentar los propios conocimientos en los estudios y aportaciones de los expertos en educación, y adquirir la pericia suficiente para materializarlos en las aulas. En eso consiste la formación de un verdadero docente. Y eso es lo que trabajamos continuamente en nuestro departamento “teoría + práctica= formación completa”.

La sociedad del conocimiento exige cambios en los paradigmas educativos que superen las ofertas curriculares basadas en conocimientos enciclopédicos y eruditos centrados en la transmisión de conocimientos.

Hasta hace poco el uso didáctico de la realidad digital se ha centrado principalmente en su utilización como recurso complementario -ilustrar ideas o apoyar explicaciones o complementarlas- en las clases, más que como medio para que el alumnado trabaje el desarrollo de sus capacidades, procedimientos, actitudes y quizá, sobre todo, sus competencias. No obstante, ya se ha comenzado a trabajar en esta nueva perspectiva, pero todavía queda mucho por hacer. (GÓMEZ, 2016)

Jan Amos Comenius (en checo, Komenský) nació el 28 de marzo de 1592 en Moravia, región de la actual República Checa. Considerado el fundador de la pedagogía moderna.

El sistema escolar de la época se encontraba en un estado deplorable. Por ejemplo, solo a los varones se les consideraba dignos de recibir educación, aunque se excluía a los que nacían en la pobreza. La instrucción en las aulas consistía principalmente en llenar la cabeza de los estudiantes con sintaxis, palabras y frases del latín. ¿Por qué razón? Porque la Iglesia Católica controlaba la mayoría de las escuelas del medievo, y dado que la liturgia se celebraba en latín, era fundamental la enseñanza de esta lengua para asegurar una provisión constante de futuros sacerdotes. Además, no se daba atención alguna a fijar objetivos concretos en el aprendizaje, ni tampoco la educación que recibían los alumnos les ayudaba a pasar progresivamente de lo sencillo a lo complicado. La disciplina era severa, en ocasiones incluso cruel, y el ambiente moral, degradado. Comenius no fue el primero que defendió la necesidad de una reforma educativa.

Su finalidad fue establecer un sistema de enseñanza progresivo del que todo el mundo pudiera disfrutar. Decía que a los niños se les debía enseñar gradualmente, enlazando de manera natural los conceptos elementales con los conceptos más complejos. Asimismo, propugnó el uso de la lengua materna durante los primeros años de escolaridad en lugar del latín. Sin embargo, la educación no debía confinarse a la adolescencia, sino abarcar toda la vida del individuo. Comenius escribió que el estudio tenía que ser «completamente práctico, completamente grato, de tal manera que hiciera de la escuela una auténtica diversión, es decir, un agradable preludio de nuestra vida». También opinaba que la escuela debía centrarse no solo en la formación de la mente, sino de la persona como un todo, lo que incluiría la instrucción moral y espiritual. (Pedagogia.mx, 2009)

            El aprendizaje no puede verse desvinculado de la enseñanza, por ello, es importante evidenciar desde qué posición de enseñanza se analiza. En tal sentido se asume la concepción de, “enseñar es organizar de manera planificada y científica las condiciones susceptibles de potenciar los tipos de aprendizajes que buscamos, es explicitar determinados procesos en los estudiantes, propiciando en ellos el enriquecimiento y crecimiento integral de sus recursos como seres humanos (es decir, la apropiación de determinados contenidos y de ciertos resultados)”.

Teniendo en cuenta nuestra concepción previa sobre el aprender y enseñar constituye, en general, una actividad que garantiza la apropiación activa y creadora de la cultura en la que se intercambian, se recrean y se crean significados, sentimientos y modos de actuación que permiten comprender (darle sentido) a la realidad objetiva y subjetiva, y actuar sobre ella para adaptarse y/o transformarla.

Ello facilita y potencia los aprendizajes desarrolladores (activos, constructivos, significativos, integradores y enriquecedores) estos propician experiencias afectivas, estimulan la formación de sentimientos, actitudes, normas y valores que son, en principio, acordes al ideal de ser humano que persigue la sociedad concreta en armonía con las necesidades individuales y particularidades de las personas.

La enseñanza, se analiza en su más auténtica y actual acepción, es evidente que enseñar significa concretamente prever y proyectar la marcha de ese proceso, imprimiendo una organización funcional al programa y reuniendo el material bibliográfico y los medios necesarios para estudiar la asignatura e ilustrarla; de manera que permita iniciar a los estudiantes en el estudio de la asignatura, estimulándolos, proveyéndolos de los datos necesarios, orientando su razonamiento, aclarando sus dudas y fortaleciendo su progresiva comprensión y dominio de la materia.

Todo ello hace posible que los estudiantes dirijan sus actividades concretas, apropiadas y fecundas, que los conduzcan a adquirir experimentalmente un creciente dominio reflexivo sobre la materia, sus problemas y sus relaciones; al mismo modo que puedan diagnosticar las causas de dificultad, frustración y fracaso, que los estudiantes puedan encontrar en el aprendizaje de la materia, y ayudarlos a superarlas, rectificándolas oportunamente; ayudar a los estudiantes a consolidar, integrar y fijar mejor lo que hayan aprendido, de forma tal que sean modificadas sus actitudes y su conducta en la vida; finalmente, comprobar y valorar objetivamente los resultados obtenidos por los estudiantes en la experiencia del aprendizaje, y las probabilidades de transferencia de esos resultados a la vida. (Universidad y Sociedad, 2020)



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